El urogallo
El urogallo ( Tetrao urogallus ) es una tetraónida ligada al medio forestal, cuya distribución abarca desde la Cordillera Cantábrica hasta Siberia, existiendo 12 subespecies reconocidas, de las que sólo las de Pirineos y Cordillera Cantábrica se encuentran aisladas. La subespecie cantábrica (T. u. cantabricus) fue descrita por Javier Castroviejo, cuyos principales estudios sobre la especie se realizaron precisamente en los Ancares de Lugo. Una característica única de la los urogallos cantábricos es que residen en masas forestales donde no existen de forma natural formaciones de coníferas, a diferencia de lo que ocurre en el resto de poblaciones. La dieta fundamental del urogallo se compone de helechos, brezo, hojas de acebo y brotes de haya en invierno y otoño, tallos, brotes y frutos de arándanos, gramíneas, hojas de acebo e insectos durante el resto del año. El hábitat típico del urogallo en la Cordillera Cantábrica es el hayedo puro o mezclado con bosques de abedul, roble y acebo, en los que aparece un importante sotobosque de arándano, especie fundamental para su supervivencia; además, y de forma temporal utiliza los prados, pastizales y piornales, donde encuentra sobre todo en verano una rica y variada dieta de insectos y frutos.
El urogallo se distribuye por la Cordillera Cantábrica desde los Ancares de Lugo hasta los bosques occidentales de Cantabria, habiéndose estimado su población a principios de los años 80 en unos 1.000 ejemplares.
Sin embargo la situación actual es muy delicada habiéndose producido un importante y rápido declive poblacional, siendo sus efectivos actuales de no más de 500-600 ejemplares. La especie se encuentra extinta o próxima a la extinción en buena parte de su área de distribución, sin que los numerosos estudios científicos desarrollados hayan logrado identificar las causas de tan acusado y drástico descenso, que puede conducir a la extinción del urogallo en la Cordillera Cantábrica en pocos años.
El macho, de color oscuro, es mayor que la hembra, con una longitud de unos 86 cm y un peso medio de alrededor de 4 kg. Tiene una cola larga y amplia, que se abre en abanico, y las plumas superiores de las alas son de color pardo oscuro, el pecho de color verde-azulado irisado, una calva de color rojo sobre el ojo, el pico claro y unas plumas con aspecto de barba hirsuta bajo el mismo. La hembra es menor, de unos 60 cm y un peso medio de alrededor de 2 kg, presentando una coloración críptica, es decir, que le sirve de camuflaje entre la vegetación, ya que es de color pardo con una mancha rojiza en el pecho.
El celo del urogallo ocurre en abril y mayo siendo excepcionalmente vistoso ya que varios machos y hembras se reúnen en cantaderos (zonas forestales maduras con escaso sotobosque) donde los machos compiten entre sí y cortejan a la hembra. La caza, hoy prohibida, se realizaba en este período ya que los lugares de canto se repiten año tras año en los mismos lugares.
En Ancares el urogallo ha sufrido una grave recesión durante los últimos 20 años, estando en la actualidad próximo a la extinción.
A comienzos de la década de los 80 la población estaba compuesta por unos 50 ejemplares; desde entonces y fundamentalmente a finales de los 80 y principios de los 90 se produjo el desplome de esta población sin que hayan podido identificarse razones suficientes y de entidad que permitan explicar este acusado descenso. A nivel general en la Cordillera Cantábrica se constata desde hace años una muy baja productividad (unos 0’4 pollos por hembra y año) lo que impide el mantenimiento de la población al ser insuficiente para reponer las bajas existentes en la población adulta. Las razones de la rápida disminución son en gran parte desconocidas, siendo un proceso que afecta a toda la población cantábrica de la especie, y que ha provocado su desaparición de los extremos del área de distribución original y fuertes descensos en la mayoría del resto de las zonas. Este proceso, aunque en menor medida, esta también ocurriendo en las poblaciones del Pirineo y en buena parte de las poblaciones de Centro y Norte de Europa. Aspectos señalados como posibles causantes en mayor o menor grado del descenso de la población son la degradación del hábitat (incendios forestales, construcción de pistas forestales en lugares sensibles, talas en bosques maduros propicios para la especie, densidades excesivas de ungulados salvajes –venado- que provocan daños a la vegetación), aumento de los predadores (mustélidos, zorro y jabalí), aumento de las molestias en hábitats críticos (de reproducción o invernada) causados fundamentalmente por el turismo no regulado y cambios climáticos que pueden determinar que los urogallos cantábricos, los cuales residen en una zona extrema y límite para sus exigentes condiciones ecológicas, se extingan de forma natural, proceso que puede estar siendo acelerado por otros factores citados con anterioridad.
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