Leyendas

La mujer cierva

Del castillo en el que vivía, un día desapareció una bella princesa. Después de mucho tiempo de incansable búsqueda, sus padres y su hermano la dieron por muerta. Años más tarde, durante una cacería, el hermano de la princesa dio muerte a una cierva blanca, tan blanca que parecía hecha de nieve.Como el animal resultó muy pesado, optó por cortarle una de las manos como trofeo y regresó al castillo. Pero al abrir el zurrón, su sorpresa fue que dentro había una pulida mano, finísima, que goteaba aún sangre caliente y lucía en uno de sus dedos un bonito anillo que había pertenecido a su hermana desaparecida. Horrorizado y presa del desasosiego, regresó en busca del cuerpo de la cierva y no encontró más que el cadáver de su hermana, al que le faltaba la mano que él mismo había cortado.

La fuente de los enamorados

Dice una de las dulces y románticas leyendas, que en la Campa do Barreiro (Cervantes), se encuentra la fuente de los enamorados, en la que se ha de beber tres veces para conseguir el favor de la persona amada. La leyenda va más allá y dice, además, que si se bebe de ese agua cogidos de la mano, la pareja contraerá matrimonio con toda seguridad antes de un año.

Pontes de Gatín

Un joven del lado izquierdo del río conoció a una joven del lado derecho. El joven, como no podía entablar relación con la mujer que amaba, hizo un pacto con el diablo (disfrazado de gatito – gato pequeño – “gatín” en terminología de la zona). Éste construiría un puente por la noche y a cambio, se llevaría el primer ser vivo que naciera en casa del joven después de la boda. La pareja contrajo matrimonio y la mujer pronto quedó embarazada. Por influencia del diablo, en casa de la joven familia no nacía ningún animal en espera de que el niño fuera el primer ser vivo de la familia. Pero una noche, en el pajar, nació una camada de gatos. El esposo llevó el primer gato nacido a la mitad del puente para entregárselo al diablo, burlando así el triste destino que el diablo (“gatín”) tenía previsto para el niño.

Entierro del hombre vivo

En Donís iban a enterrar vivo a un hombre que no tenía ni para comer. Cuando le llevaban al cementerio, tumbado en una escalera, se encontraron con un vecino de Corneantes, que les increpó de la siguiente manera: — ¿A dónde lleváis a este hombre? — ¡Vamos a enterrarlo porque no tiene nada para comer! — le respondieron los vecinos de Donís. — Siendo así, dejadlo, que yo le daré trigo – les dijo el de Corneantes. Ante estas palabras, el muerto de hambre levantó la cabeza y preguntó: — ¿Cocido o sin cocer? — ¡En grano! — le respondió su benefactor. — ¡Pues luego que siga el entierro! — dijo el muerto de hambre, tumbándose de nuevo en la escalera y dando por terminada la conversación.